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31 ene 2013


La sociedad “24 horas” no favorece al organismo

Se duerme dos horas menos. Cuando la vida diurna le roba horas al descanso, somos víctimas del “jet lag social” o el desequilibrio producido en el reloj interno de una persona.30/01/2013 00:02 | Analía Reineri (Especial)

La denominada “deuda de sueño” puede ser causa de falta de rendimiento y se traduce en riesgo de accidentes. Pero no sólo eso: también está asociada a enfermedades como diabetes, hipertensión y obesidad. Estudios recientes develan que en las grandes ciudades se duerme dos horas menos que hace 60 años, lo que va a contramano de las conductas que fomentan la calidad de vida. 
 Si bien hay patologías específicas que requieren la consulta a especialistas, en muchos casos los trastornos del sueño están asociados a factores culturales. Las investigaciones científicas apuntan a revalorizar el descanso como factor de buena salud y a desechar la idea de que dormir puede ser un acto poco productivo. El investigador del Conicet Daniel Vigo investiga los trastornos del sueño relacionados con factores ambientales o culturales, como la organización del trabajo.
–¿Las investigaciones se abordan desde la perspectiva de quienes alargan la jornada laboral o de quienes tienen problemas para conciliar el sueño?
–Tomamos ambos aspectos. Nuestras investigaciones tienen que ver con el estudio del ritmo sueño-vigilia en profesiones altamente demandantes, como choferes de corta distancia, choferes de larga distancia o médicos residentes. Con la Agencia Espacial Europea también hemos realizado un experimento particular sobre astronautas, con el objetivo de evaluar el ritmo circadiano de la actividad del sistema nervioso autónomo a lo largo del confinamiento. Pero nuestro objetivo es concientizar a la población sobre la problemática del sueño ya que vivimos en una sociedad “24 horas”; la vigilia está invadiendo las horas de descanso y eso tiene consecuencias.
–¿Cómo impactan los medios de comunicación y la conectividad permanente?
–Mucho, pero no es sólo eso. Desde hace unos 50 años lo que se denomina el “ prime time ” televisivo era a las 21. Hoy, ese horario central es a las 23 o incluso más tarde, lo que está retrasando dos horas el horario habitual en el que uno se acuesta. Por otra parte, no sólo la vigilia invade el sueño, también se invade el espacio de dormir con pantallas de TV y computadoras en la cama. Estamos inmersos en la hiperconectividad; es decir, ya no es sólo el problema de un colectivero que tiene la imposición de su horario de trabajo.
–Las viviendas son cada vez más pequeñas. ¿Eso también impacta en el sueño?
–Para dormir es importante la comodidad ambiental, ya que cualquier factor, como la temperatura, la luz y el ruido, afectará el descanso.
–¿Qué problemas de salud puede acarrear la deuda de sueño?
–La asociación estadística entre la falta de sueño con la aparición de diabetes, obesidad, hipertensión arterial, entre muchas otras patologías, está demostrada. Por supuesto, esto no significa que todos los que duerman mal van a desarrollar algunas de estas enfermedades, ni que todos los que son obesos lo sean porque duerman mal
–Hay personas que funcionan mejor de noche. ¿Es algo cultural o biológico?
–Las personas nos dividimos, como dice la jerga, en “alondras y búhos”. Es algo biológico. Cerca de un diez por ciento de las personas son más bien búhos, funcionan mejor de noche. Por otra parte, los adolescentes son naturalmente alondras. Y ese dato forma parte de la complejidad del fenómeno adolescente, porque ellos comienzan su jornada muy temprano y después se quedan hasta muy tarde y el fin de semana no recuperan el sueño perdido porque salen. Se ha investigado la relación entre los problemas del sueño con el rendimiento académico. En promedio, un adulto joven duerme ocho horas, pero hay personas que necesitan dormir un poco más y otras un poco menos, la pauta está dada por cómo se siente uno durante el día. Sentirse cansado y tener dificultades para interactuar con los demás puede ser indicador de falta de sueño.
–¿Se recuperan las horas de sueño?
–Si a una población de adultos jóvenes que está privada del sueño se la deja dormir todo lo que quiera, el primer día dormirá nueve horas y media; el segundo, nueve horas, y el tercero, ocho horas y media, hasta estabilizarse en ocho horas. En suma, se recuperan alrededor de tres horas y media de sueño. No más. Por eso es importante no dejar pasar la oportunidad de recuperar el sueño perdido, ya que la falta de descanso va dejando marcas. Esta situación se denomina “alostasis”, que significa permanecer bajo una condición de estrés por un importante período de tiempo.
–¿La problemática de los trastornos del sueño se aborda desde una perspectiva cultural?
–El trastorno del sueño puede enmascarar otras patologías. Se puede dormir mal no sólo por estrés.
23. A esa hora se estacionó el denominado “prime time” televisivo, destaca Vigo, cuando antes era a las 21.

18 ene 2013


Obrero murió al desmoronarse una pared en Almafuerte

El hombre de 31 años se encontraba realizando tareas de albañilería. Fue trasladado al hospital de Río Tercero, donde se informó su deceso.

Un obrero de 31 años murió en las últimas horas luego de que una pared se desmoronara y le cayera encima en la localidad de Almafuerte, ubicada 92 kilómetros al sur de la Capital provincial.
La Policía identificó a la víctima como Jesús Darío Manuel Assef, quien se encontraba realizando tareas de albañilería en una obra de calle Alberdi al 400 de esa localidad cordobesa.
Según explicaron las fuentes, la pared cedió por motivos que se investigan y terminó cayendo encima de Assef, lo cual le produjo serias heridas.
Momentos después, el obrero fue trasladado al hospital de Río Tercero, donde se finalmente se informó su deceso.

17 ene 2013


Lo indemnizan por "estrés laboral" durante la crisis de 2001

Un banco deberá pagarle 730 mil pesos a un gerente.

La Cámara Laboral condenó a un banco a indemnizar con más de 730 mil pesos a un gerente que padeció estrés laboral y una incapacidad del 50 por ciento por las presiones a que se vio sometido como responsable de la entidad crediticia durante la crisis de 2001.
La Sala Séptima de la Cámara entendió que el gerente "fue la máxima autoridad donde se concentraba la responsabilidad de aprobar los créditos bancarios, dando cuenta también de que hacia el año 2002 fue un período muy intensivo en el tema de la refinanciación de deudas".
"Todo esto sumado a la exigencia de objetivos de reducción de tiempos de procesamiento que exigía la empleadora para posicionarse mejor competitivamente en el mercado, sin duda, muestran el alto estrés que se vivía por aquella época en el trabajo del actor", indicaron los camaristas Néstor Rodríguez Brunengo y Estela Ferreirós.
Fallo. Para el tribunal, "se acreditó la presencia de un ambiente laboral nocivo detonante de la minusvalía que se le detectó", al tiempo que destacó que "entre los profesionales que tienen más posibilidades de sufrir este síndrome de agotamiento profesional se cuentan las actividades como las que desarrolló el actor, quien como contador se desempeñó en áreas gerenciales que eran vitales para el banco".
Los jueces definieron la patología del gerente como "un fenómeno cada vez más presente en el mundo laboral que es el síndrome de ´burn-out´ o de desgaste profesional que se lo puede definir como el estado de agotamiento mental, físico y emocional, producido por la involucración crónica en el trabajo en situaciones emocionalmente demandantes… siendo uno de los factores desencadenantes la sobrecarga de trabajo y una ocupación poco estimulante".
Como consecuencia de ello, el gerente padece "un cuadro psicopatológico crónico que afecta su funcionalismo psíquico fundamentalmente en sus aspectos afectivos y volitivos y que su génesis guarda verosímil relación causal con los hechos relatados en la demanda".
En ese contexto, el fallo también consideró "nulo el acuerdo de reducción salarial que el actor celebró en el mes de diciembre de 2001", una práctica que por aquellos tiempos era frecuente y habitual en las relaciones formales de empleo.
Si bien el banco argumentó que "dicho convenio se acordó en el marco de la mayor crisis económica de nuestro país y que afectó gravemente al sistema bancario" y que el gerente lo había consentido, el tribunal replicó que "la desigual situación de las partes en el vínculo laboral dependiente donde el empleador tiene la posición dominante y el trabajador se ve forzado a aceptar las condiciones impuestas por aquél determinan a no considerar el decaimiento de derechos aceptados por el trabajador como una decisión libre".
La demanda prosperó por 730.830 pesos más intereses a contar desde la ruptura laboral, en 2005.