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2 ene 2016



Una mancha en las Sierras
Desde las alturas de Los Gigantes, un sistema montañoso de las Sierras Grandes que es clave para la generación de agua para Córdoba, se aprecian las ruinas contaminadas de la mina de uranio que dejó de estar activa hace 25 años.
Las instalaciones están como eran antes, a excepción de la zona de los dormitorios, ya demolida. Tampoco están los gigantescos tachos donde se depositaba el ácido sulfúrico necesario para el proceso de concentración del uranio.
A la distancia, lo que más llama la atención son los diques con un líquido oscuro y anaranjado.  Es que allí todavía están todos los residuos que se generaron durante la explotación de la mina entre 1982 a 1990. Estériles, diques de cola, marginales, lodos.
Millones de toneladas de desechos que concentran materiales radiactivos y metales pesados, los cuales representan un riesgo potencial para la biodiversidad y para una de las fuentes de agua de la provincia, el dique San Roque.
Recorrido por la zona de la mina
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) debería haber remediado la planta para evitar que siga contaminando. En 1998 pidió un crédito al Banco Mundial, que finalmente fue aprobado en 2008. Pero el proyecto nunca se concretó.
Ahora está en marcha un estudio para determinar la factibilidad de trasladar allí otros desechos con radiación baja: las 58 mil toneladas de residuos de la planta de Dioxitek de Alta Córdoba, donde se fabrica el dióxido de uranio que utilizan las centrales nucleares.
La Voz intentó consultar en varias ocasiones a la CNEA para contemplar su visión en este informe y para visitar el predio. Lo mismo se intentó, sin éxito, con la empresa que tuvo la explotación del yacimiento, Sánchez Granel Ingeniería SA. 
El campo donde funcionaba la mina pertenece a la orden de los franciscanos, quien se lo alquila a la CNEA. En la actualidad, sólo quedan dos empleados de esa entidad, como custodios del terreno, al que está prohibido el acceso. 
La explotación fue concesionada a una empresa que no tenía ningún antecedente en la actividad minera. En total, se extrajeron 200 toneladas de uranio en ocho años.
En el paradisíaco camino que sube por el Valle de Los Lisos surgen vestigios de los trabajos de cateo y prospección minera. Cada tanto se observan los “testigos” (bloques de roca) en la búsqueda de la veta del mineral. “La gente que viene a hacer trekking nos pregunta si hay riesgo de contaminación o de radiación”, asegura José Luis Amuchástegui, dueño del campo Valle de Los Lisos, que limita con el predio de la mina.
Raúl Montenegro, de la Fundación para el Ambiente (Funam) y quien sigue el tema de cerca, asegura que el riesgo sigue latente. “Es un lugar donde se han acumulado artificialmente toneladas de residuos de que tienen concentraciones de elementos radiactivos, metales pesados y metaloides”, señala.

A criterio del biólogo, hay riesgo de que se genere un colapso en la zona por una lluvia torrencial o como consecuencia de un terremoto, como la catástrofe ocurrida el 5 de noviembre pasado con dos diques con desechos mineros que colapsaron en el estado de Mina Gerais, Brasil, probablemente a causa de un sismo.
“Desde 1990 hasta ahora está contaminando. El gobierno provincial también es cómplice porque nunca le exigió a la CNEA que realice los trabajos de remediación”, remarcó Montenegro.
A las millones de toneladas de materiales nucleares que ya hay en la mina, la CNEA quiere trasladar los desechos que hay en la fábrica de dióxido de uranio Dioxitek.
El dato surge del último documento presentado por la CNEA antes el Banco Mundial en el marco del crédito otorgado para la remediación. Según el detalle del proyecto, se adjudicó una licitación para que se realicen “servicios de consultoría para la ingeniería de detalle de los proyectos de restitución minera de los sitios Los Gigantes y Córdoba”.
Una de las tareas es elaborar el proyecto “para la carga y transporte, del material acopiado en el sitio denominado ‘El Chichón’ ubicado en Alta Córdoba hasta el sitio Los Gigantes”.
Según el detalle, el proyecto deberá contemplar una maximización de las medidas de seguridad de modo de evitar la dispersión de material al aire o suelo durante la carga, transporte y descarga.
En el conocido “chichón” del predio de "la Atómica" de Alta Córdoba hay 58 mil toneladas de residuos con radiación baja (Archivo/2009).
En su momento se realizó un cálculo de la magnitud de estas tareas. Se deberían realizarse 27 viajes diarios durante unos siete meses, con camiones de 15 toneladas de capacidad. El problema es que en varias localidades por las que deberían pasar los vehículos está prohibido el ingreso de residuos nucleares.
Desde hace unas semanas, un grupo de vecinos autoconvocados está pidiendo más transparencia y la remediación definitiva del lugar. En una carta enviada al presidente Mauricio Macri y al gobernador Juan Schiaretti, reclaman que se realice la remediación del sitio “previa a la presentación del Estudio de Impacto Ambiental y la realización de la correspondiente Audiencia Pública”.




Temores y críticas de los integrantes del Foro Social, en una de las últimas reuniones en Tanti.
La idea es realizar un tratamiento químico de los líquidos del dique principal para reducir la carga de contaminantes.
Después del tratamiento, se esperaría a que se evaporen, o bien se descargarían en los arroyos de la zona.
El dique ya vacío se rellenaría con roca, estériles y marginales de las canteras, además de arena. Luego se colocaría una capa de material para impermeabilizar y evitar la erosión,y el arrastre a los cursos de agua y mitigar la emanación de gas radón.
En este dique también se depositarían los desechos provenientes de Dioxitek.
Las colas de mineral son los residuos de material del que ya se extrajo el uranio. Para conternerlos, se construirían uno o varios diques y evitar que lleguen hasta los cursos de agua.
En la mina hay 2,4 millones de toneladas de colas de mineral, que contienen elementos contaminantes.
El crédito de 30 millones de dólares que la CNEA obtuvo del Banco Mundial en 2008 debe ser destinado a remediar distintos sitios en todo el país.
Por ahora, el organismo se ha focalizado en Malargüe con la esperanza de poder volver a explotar la veta de uranio de Sierra Pintada que hay en ese lugar de Mendoza.
Pasaron siete años desde que se obtuvo el financiamiento para la remediación. En Los Gigantes no se ven avances.
El rol de Córdoba en el ciclo nuclear